Consejos para Directores VII - Presentar a los PNJ

Estimados damas y caballeros.

Ayer mantuvimos una charla tras la partida de Starfinder que estuvimos jugando para comentarla y salieron a colación las diferencias entre campañas de un mismo juego. Les pongo en contexto: mi mesa de Starfinder está compuesta por jugadores de mi anterior grupo y por jugadores de la campaña de Vampiro que pueden encontrar en nuestro canal. Con ambas mesas he jugado a Vampiro, y empezaron a hablar de las atrocidades que yo, como director, les he lanzado encima, del tono de ambas historias y de la importancia que he dado a las distintas tramas a medida que avanzaba la crónica.

Mis nuevos jugadores comentaban muy emocionados lo que les había pasado en la última sesión, a lo que un amigo de mi grupo de rol inicial recordó un PNJ que le había marcado: Horatio Ballard.

Horatio Ballard en la 1ª y 2ª edición del Chicago Nocturno.

Se trata de un Ventrue conocido por ser la mano derecha del Príncipe Lodin de Chicago (otro Ventrue y su Sire) en la primera edición del Chicago Nocturno hasta su muerte en Bajo una luna ensangrentada. A partir de ahí, en la segunda edición del Chicago Nocturno, estalla una guerra entre los Vástagos más poderosos para ver quién es el nuevo Príncipe. Finalmente, tal y como viene en el Chicago Nocturno de la 5ª edición, el ganador fue Kevin Jackson, otro Chiquillo de Lodin.

La Coterie lo conoció cuando Modius, el megalómano Toreador Príncipe de Gary, los envía a llevar un mensaje a Lodin en el módulo Cenizas a las Cenizas. Una vez avanza la trama y la Coterie se ve envuelta en una trampa, Ballard los hace llamar a un restaurante, y aquí comienza el consejo de esta semana: “no enseñes, muestra.”

Un clásico de Vampiro allá donde les haya.

Horatio Ballard es un monstruo por fuera y por dentro. Se trata de un hombre obeso, con ojos maliciosos, paliducho y calvo. Parece la imagen grotesca y retorcida de un Buda con traje y corbata. Por otro lado, su interior tampoco es mucho mejor: es calculador, cobarde y un perturbado. Su Prohibición de Clan le obliga a alimentarse de niños de su familia, ya que lleva años controlándola y colocando a sus parientes en puestos de importancia. Además, tiene la Ventaja de poder ingerir comida, lo que utiliza para disfrutarla y para poner nerviosos a sus contrincantes. Teniendo esto en mente, les pregunto: ¿por qué creen que este jugador recordaba al PNJ? ¿Qué creen que hice para presentarlo?

Horatio Ballard en el Chicago Nocturno de 5ª edición.

Sencillo, mostré, pero no enseñé. Ballard citó a la Coterie en un restaurante y les esperó degustando un solomillo poco hecho, de esos que echan juguillo rojo y tienen un tono de rosa crudo. Mientras los sometía al tercer grado, no paré de describir cómo devoraba esa carne, la masticaba, se le caía el jugo por la papada y la barbilla grasienta. Hablé de su boca de dientes amarillentos, desiguales y picudos, de cómo rasgaban la carne y cómo se le quedaban pedazos que recogía con la lengua. Mencioné esos ojos pequeños de sapo, cómo les desnudaba con la mirada y buscaba cualquier muestra de debilidad, como un baboso recreándose en imaginarles desnudos.

Ballard les invitó a comer, y se rio de ellos con una carcajada de mamarracho, similar a la de Jabba el Hutt, cuando alguno fue incapaz de mantener la comida en el estómago y la vomitó acompañada de sangre.

Muchas veces, sobre todo los directores novatos, pecamos de dar demasiada información de forma directa. Por poner un ejemplo, podría haberles dicho directamente que Ballard era un Ventrue gordo y asqueroso con aspecto de pocos amigos, pero no hubiera calado tanto en los jugadores. No hubiera servido para crear el horror gótico-punk de Vampiro. En cambio, centrar la atención en los detalles y en los gestos, cambiar la voz para imitar cómo come el filete, cómo saborea la carne casi cruda, ayudó a dibujar imagen de este ser tan repelente que ha durado años.

Más adelante, y viendo en él un potencial enemigo, se dedicaron a investigarlo y ahí les mostré la siguiente escena: a unos padres muy elegantes y fríos con un niño esperando en la calle. Se aproxima una limusina negra antigua, con los cristales tintados. El crío sabe lo que le espera, y se pone a temblar y llora. Su madre, de forma dulce, le recuerda que va a pasarlo muy bien con el tío abuelo Horatio y su padre le recuerda que tiene que ser fuerte y que solo será un ratito. Un chófer lobotomizado se baja del asiento del conductor y abre la puerta de atrás. Unas manos grasientas, con unos dedos gordos salen e intentan abrazar al crío. La voz de Ballard le pide que vaya con él, que van a pasar un rato juntos y que le comprará el juguete que él quiera. No es amable, es siniestra, con una risa terrible y sincera. Parece que trata al niño como al filete. El crío llora y Horatio usa su poder de Dominación para calmarlo; no se molesta ni en tranquilizarlo de buenas. El coche se va y los padres siguen ahí, inmóviles. Después, siguen con su vida como si nada, van al cine incluso.

En ningún momento narré lo que le ocurrió al chaval, pero se lo pueden imaginar. Es mejor jugar con los pensamientos de los jugadores que enseñar de primeras cómo le hunde los colmillos al chico en el cuello amparado por la oscuridad de su limusina. Luego, los jugadores, asqueados por la escena, le siguieron y les confirmé sus sospechas, algo que usaron en contra del Ventrue para que los dejara en paz.

¿Qué les ha parecido mi reflexión? ¿Les ha gustado el consejo de esta semana?

Suyo afectísimo, para Pifias y Rol,

Adam Graves

Comentarios

  1. ¡Aquí una jugadora tuya Malkavian adicta a tus locuras oscuras porque lo petan! 🙋🏼‍♀️

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. (Se escucha una risa malvada en los ecos de la oscuridad)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares